¿Quiénes somos?

Utopía, realidad, fidelidad
y resiliencia

L’Olivera es una cooperativa de trabajo y de iniciativa social en el mundo rural y periurbano. Cultivamos viñas y olivos y elaboramos vinos y aceites ecológicos, incorporando personas con dificultades en todo el proceso, poniendo nuestras capacidades al servicio de un proyecto común
Empezamos esta aventura en el año 1974 en Vallbona de les Monges, en la Catalunya interior de secano, cuando un grupo de personas, con el padre escolapio Josep Maria Segura al frente, se instalan en el pueblo con la idea de crear una comunidad de vida y trabajo que, por un lado, integrase personas con dificultades, especialmente aquellas en situaciones sociales más desfavorables y, por otro, plantease una salida económica productiva a partir de los propios valores de la zona.

"un proyecto a escala humana que pone a las personas en el centro"

Esta experiencia alternativa, socializadora y cargada de utopía, buscaba fórmulas de vida y trabajo humanizadoras, integradoras y, en cierto modo, disidentes del desarrollo urbano e industrial. Se trataba de un proyecto colectivo en el ámbito rural, alineado con otras experiencias que se daban en diversos lugares de Europa. Lo que actualmente se conoce como Economía Social y Solidaria.
La economía del grupo quiso ser agraria desde el principio, como la de los vecinos del pueblo; y cooperativa, por las potencialidades de esta forma de organización. El eje social está en el núcleo del proyecto productivo, un proyecto a escala humana que pone en el centro a las personas.
Por ello, mantenemos el trabajo manual sobre la viña y los olivos, etiquetamos a mano y numeramos una a una las botellas. Somos intérpretes de la tierra y trabajamos aplicando los criterios de la agricultura ecológica. Nuestro reto ha sido siempre hacer productos que, partiendo de la herencia agraria, sean el reflejo de su tierra y de su gente.
Desde 2010 estamos también en Can Calopa, una masía situada en el Parque Natural de Collserola, donde recuperamos la viña y elaboramos el único vino de la ciudad de Barcelona. Un proyecto de agricultura social que también genera oportunidades de inclusión social para jóvenes con necesidades especiales. Una experiencia que reivindica la actividad agrícola vinculada a las grandes ciudades.
El resultado de este trabajo es un conjunto de vinos y aceites diferentes y honestos que os invitamos a descubrir.

La gente

L’Olivera es un proyecto que es quiere colectivo e inclusivo, hecho de muchas manos y muchas voces, como piedras de distintas formas construyen un margen de piedra seca. Un paisaje humano que va encajando piedras irregulares, personas diferentes, con el fin de construir un proyecto sólido, piedra a piedra, persona a persona. Una construcción orgánica, una obra coral con un objetivo compartido: el de interpretar la tierra poniendo en juego los valores propios, los que nos proporciona nuestro entorno más inmediato, apostando por hacer más anchos los límites desde dónde reinventamos el mundo que soñamos.

Manifiesto desde los márgenes

Desde los márgenes, desde esta periferia habitada, patrimonio de la memoria cultivada, esbozamos nuestra identidad. Nuestra y de todas aquellas que la quieran hacer suya. Porque no hay cambio real sin compromiso de transformación, ni compromiso sin acción.

num1

Las personas
en el centro

Creemos en las personas y las situamos en el centro de nuestra actividad económica y social. Incluimos la diversidad y la abrazamos desde todos los ámbitos, poniendo en juego nuestras capacidades al servicio de un proyecto común.

num2

Economía
a escala humana

Creémos que la dimensión social y la economía productiva deben ir de la mano. Trabajamos para generar oportunidades laborales y sociales a través del trabajo inclusivo y a escala humana. Un trabajo manual que nos estructura y que respeta y estimula las capacidades y los ritmos de cada persona.

num3

La agroecología
como modelo

Somos intérpretes de la tierra, la trabajamos respetando los ciclos de la naturaleza y aplicando los criterios de la agricultura ecológica para elaborar productos de nuestra herencia agraria que sean reflejo de su tierra. Creemos en la agroecología como modelo para transitar hacia sistemas alimentarios y agrícolas más sostenibles mediambientalmente, económicamente y socialmente.

num4

Paisajes
vivibles

Tenemos el compromiso de habitar el paisaje, hacerlo vivible y construir colectivamente un presente y un futuro acogedores. Echamos raíces en el mundo rural desde una visión optimista: creemos en un mundo (rural) vivo que genera oportunidades y en un sector primario que propicia el crecimiento equilibrado de una sociedad, económicamente, socialmente y demográficamente.

num5

Alimentación
vinculada al origen

Creemos en los alimentos como embajadores de un territorio y como base para una cultura alimentaria vinculada al origen. Alimentos que trasladen también valores culturales: aquellos que los vinculan a una identidad, que nos hablan de una forma de hacer y de ser, que nos expresan la singularidad cultural del lugar de donde provienen. Alimentos que no podrían explicarse sin su paisaje, un paisaje que se expresa a través de sus alimentos.

num6

Corresponsables de una sociedad responsable

Ser corresponsables implica comprender que ser conscientes y soberanos con nuestros gestos cotidianos tiene una relación directa con el mundo que queremos, el territorio que amamos y el futuro que construimos. Por ello, creemos en la alimentación como una manera práctica de ejercer nuestra ciudadanía y nos inspiramos y alineamos con los tres principios del movimiento Slow Food para elaborar y consumir productos que sean buenos, limpios y justos.

num7

No hay márgenes
para la desigualdad

Una sociedad justa sólo se consigue si todas las personas que la forman tienen las mismas posibilidades de acceder a unos mínimos niveles de bienestar social y sus derechos no son inferiores a los de otros grupos. Caminamos hacia esta sociedad más justa, afrontando las propias incoherencias para conseguir la equidad en su sentido más amplio: de género, de oportunidades, laboral y social.

num8

Intercooperar 
para transformar

Apostamos por el cooperativismo como estructura que garantiza la equidad, la participación y la democracia interna, en el camino hacia la construcción de un ecosistema laboral democrático y participativo. Creemos en el trabajo en red y la intercooperación como principio para desarrollar un modelo organizativo transformador, que sea capaz de contribuir a un cambio de paradigma económico y social.

num9

Decir lo que hacemos

Queremos ser una organización transparente, hacia dentro y hacia fuera. Creemos en la gestión colectiva y abrazamos los compromisos desde la participación y el sentimiento de militancia a un proyecto que requiere compromiso, transparencia y participación. Y lo hacemos desde el convencimiento que ante la fantasía y el artificio precisamos información y transparencia.

num10

Hacer lo que decimos

Hacemos lo que decimos. Porque la autenticidad se consigue con honestidad, queremos ser coherentes en lo que hacemos, en cómo lo hacemos y en cómo lo explicamos.

Cultura de márgenes

Cultura que cultiva. Cultiva tierra, cultiva gente. Cultiva en los márgenes. Márgenes físicos: paredes de piedra seca que tatúan el paisaje de secano donde crecen las viñas y los olivos que trabajamos y que sostienen la vida cultivada. Pero también márgenes simbólicos, que no se ven pero separan y clasifican personas y territorios que quedan al margen de las dinámicas que los nuevos tiempos van imponiendo. Experiencias que resisten al margen de los convencionalismos.

Cultura

1 f. [LC] Acción de cultivar; el efecto. Proviene del latín cultura, compuesta con el sufijo –ura (resultado de la acción) sobre la palabra cultus, cultivo, cultivado, participio de colere, cultivar, la misma que nos da cultismo.

Margen

3 m. [AGA] Desnivel de tierra, a menudo con piedras, que sirve para separar dos terrazas de distinto nivel o para evitar desprendimientos.
3  [LC] al margen loc. adv. Sin participación en alguna cosa.

En esta periferia, haciéndose parte del paisaje, transita el proyecto de L’Olivera, entre las paredes de piedra seca que nos hacen cultivable la tierra y esta exploración de la fidelidad que impone la vida al margen. Un proyecto de personas tozudas, que desde 1974 ensaya una experiencia transformadora, a contracorriente de algunos valores establecidos. Tozudas para trabajar en un terreno áspero y hostil, y hacerlo con una propuesta de agricultura a escala humana que pone en juego las capacidades individuales al servicio de un proyecto colectivo.

Un carácter tozudo que habita este paisaje austero que nos esforzamos en cultivar, que nos identifica, nos compromete y nos estructura como una forma de cultura: la cultura de los márgenes.

Un proyecto, dos paisajes

L’Olivera es un proyecto que se vive en dos paisajes: el rural, en Vallbona de les Monges, en la Catalunya interior de secano, y el urbano, en la masía de Can Calopa de Dalt, en el Parque Natural de Collserola, en Barcelona. Dos experiencias, dos trayectorias y dos aproximaciones compartidas.
Una experiencia en dos entornos, un universo en dos paisajes, una mirada común a dos universos.

Vallbona de les Monges: paisaje rural de secano

Vallbona representa la utopía inicial, la que en el año 1974 nos impulsó a implicarnos en esta aventura que nos ha llevado hasta la actualidad. La que nos hizo intuir que este paisaje de secano, tatuado por los márgenes de piedra seca, atesoraba la posibilidad de hacer vinos y aceites singulares; y de hacerlo con un proyecto de agricultura a escala humana, en el que los aspectos económicos y sociales fueran de la mano. Un intento de vivir con una visión transversal que hiciese compatible la inclusión con la elaboración de productos de origen y de alta calidad.
Hacerlo, además, en un entorno rural, nos anima a seguir creyendo en el futuro de estos espacios donde los cambios de los modelos agrícolas y productivos son constantes y plantean muchos interrogantes. Nos sentimos identificadas con este concepto amplio de la agricultura, que incorpora funciones y valores diversos (calidad de los alimentos, acción social, desarrollo local, valor cultural…) y nuestra experiencia se enmarca en lo que en Europa se ha definido como Agricultura Social o Social Farming.

El entorno
Vallbona es lugar de montes y valles pequeños donde se intuye la acción erosiva del agua, que ha dejado su impronta y ha modelado su paisaje. Es tierra de suelos hondos y costeros sostenidos por márgenes de piedra seca que, junto con las numerosas cabañas, nos hablan de un pasado más habitado y productivo. Estos márgenes constituyen un elemento fundamental en la conservación de la fertilidad de los suelos y la eficiencia en el aprovechamiento del agua, en un paisaje de secano con pluviometrías muy bajas. Constituyen un testimonio vivo de la sabiduría y el trabajo intenso acumulados por las generaciones que nos han precedido, una herencia viva que hoy en día está en riesgo de desaparecer difuminándose en el tiempo.
En Vallbona la historia está marcada por la presencia del monasterio cisterciense femenino más antiguo de Catalunya. La orden del Cister fue fundada en Borgoña y se dedicó a combinar la actividad espiritual con el desarrollo en el ámbito de la agricultura y la organización del territorio. Un territorio que desde L’Olivera nos esforzamos en dotar de un valor singular.

Las viñas
Las viñas forman parte de la subzona Valls del Riu Corb, dentro de la Denominación de Origen Costers del Segre. La mayor parte de la uva que elaboramos la cultivamos en las propias fincas y el resto proviene de viticultores familiares cercanos. Desde nuestros inicios apostamos por las variedades históricas como elemento central en la expresión de un origen. Una geografía vitícola que expresa y vincula clima, suelos, paisaje y variedades. Tota la vendimia la llevamos a cabo de forma manual entre finales de agosto y octubre. Las diferents ubicaciones de las parcelas nos dan una escala de maduración que permite vendimiar de forma progresiva a medida que la uva alcanza su estado óptimo.
Las viñas que abastecen la bodega de L’Olivera son las únicas que quedan en el término de Vallbona. Un panorama que nos habla de un cultivo que había sido importante en la economía local. En este escenario, generar oportunidades que mantengan este paisaje vivible es el reto que nos impulsa cada día.

La bodega
Nuestra bodega en Vallbona es un antiguo pajar del pueblo que hemos adaptado y ampliado progresivamente desde el año 1989, fecha de la primera cosecha. Con el trabajo que realizamos en la bodega queremos expresar todo el potencial que atesora la uva que desde un año antes se ha estado preparando en el campo. Los procesos son suaves y respetuosos, y empleamos productos naturales. Fermentamos en depósitos de acero inoxidable y barricas de roble de diferentes orígenes y toneleros. Seguimos de cerca este proceso, analizando el mosto y el vino, catándolo y decidiendo las mezclas finales. El vino es el fruto de todo este trabajo, que es una interpretación colectiva del paisaje que habitamos, una personalidad buscada, una voluntad fruto de la acumulación de conocimiento compartido y contrastado. Nos declaramos intérpretes de la tierra, y nuestros vinos son “vinos de autores”, de todos los que hemos participado en su creación, desde la plantación de una cepa hasta la cata final del fruto de todo este trabajo.

Can Calopa: Viñas urbanas

La iniciativa de L’Olivera en la Masía de Can Calopa representa la consolidación de un modelo agrícola iniciado en el mundo rural y trasladado al mundo urbano. Desde 2010, L’Olivera gestiona las viñas propiedad del Ayuntamiento de Barcelona en la masía de Can Calopa, en la sierra de Collserola. Aquí, L’Olivera cultiva la viña y elabora el vino en una pequeña bodega rehabilitada, con una apuesta por esta agricultura a escala humana que combina calidad de los productos con inclusión social y respeto por el medio ambiente.
De estas viñas surge el único vino de Barcelona, que es también el resultado de una apuesta colectiva por la agricultura periurbana con una mirada contemporánea a la recuperación de la actividad agrícola vinculada a las grandes ciudades.
Desde Can Calopa gestionamos también las viñas del Parc Agrari de Sabadell y con ellas elaboramos los vinos Arraona, que son un paso más en este planteamiento de agricultura cercana a los núcleos urbanos y una reivindicación del pasado vitivinícola de la ciudad.

El entorno

La masía de Can Calopa de Dalt está ubicada en la carretera que une Vallvidrera y Molins de Rei, en la vertiente norte de la Sierra de Collserola. Forma parte del término municipal de Barcelona, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, y está incluida dentro del Parc de Collserola, clasificada como zona natural de valor ecológico y naturalístico.

Las viñas

Las viñas de Can Calopa están ubicadas en la vertiente nordeste de la sierra de Collserola, a 300 metros sobre el nivel del mar. La finca conserva restos de antiguos márgenes de piedra seca y combina terrazas con pequeñas parcelas llanas, en un paisaje de zonas boscosas ocupadas por pinos, encinas y especies arbustivas mediterráneas.
En este entorno natural pero a la vez muy cercano a zonas urbanas, donde la lógica conduce al abandono o al desarrollo urbanístico desequilibrado, la agricultura ha sido una actividad en regresión, sobre todo después de la llegada de la filoxera en la segunda mitad del siglo XIX, que supuso el abandono de la viña. Actualmente, recuperar el cultivo con una lógica productiva, y hacerlo, además, con un proyecto de inclusión social, es un ejercicio de resiliencia que nos lleva a practicar una agricultura casi de resistencia.

La bodega

La bodega ocupa los bajos de la masía de Can Calopa de Dalt, que había funcionado como bodega antiguamente y que aún conserva una prensa de grandes dimensiones que nos habla del pasado vitivinícola de la zona. En este pequeño espacio rehabilitado nacen los vinos de Can Calopa, con una propuesta enológica que abarca los valores ambientales y que busca elaborar vinos que sean fieles a su paisaje agrícola y humano.